Había una vez un hombre llamado José que tenía como mascota una rana llamada Félix.
José tenía un pasar modesto pero confortable, sostenido por lo que ganaba como empleado de una importante cadena de supermercados. De todos modos siempre había soñado con ser rico…
¡Félix! Dijo un día, lleno de una repentina inspiración, “vamos a ser ricos. ¡Te voy a enseñar a volar!”.
Félix, por supuesto, se sintió aterrado por las perspectivas. “Yo no puedo volar! Soy una rana, no un canario”. José, decepcionado por la respuesta inicial, le dijo: “Esa actitud negativa puede evidenciar cierta resistencia y será un problema. Voy a mandar a capacitarte”.