La verdad sea dicha: suena como un concepto fácil de entender. Todos los saben: si uno es “clase mundial” es porque está entre los mejores del mundo en lo que hace.
Desafortunadamente, no hay una definición de diccionario universalmente aceptada y entonces, cada cual tiene una interpretación.
La fabricación es un negocio competitivo, pero no es un deporte en el cual el ganador logra un trofeo o una medalla. Entonces, cómo medimos la clase mundial? Es la empresa que más vende? La que vende lo mejor? La que lo hace más rápido que nadie? Es una combinación de todo?
Algunos datos
Antes de seguir con el tema, vale la pena un poco de información. Empresarios encuestados respondieron a dos preguntas de la siguiente manera:
1 – Cuál/cuáles de estos factores son prioridad clave para su negocio en la actualidad?
2 – Cuáles de los siguientes beneficios puede asociar con la implementación de sistemas de gestión industrial (TPM, LEAN, 5”S”)
Y entonces?
Más que intentar una definición, podemos decir que la Manufactura de Clase Mundial implica enfocarse de manera constante en 7 atributos críticos:
- La irrenunciable satisfacción del cliente en 3 áreas específicas:
- La capacidad de respuesta
- La confiabilidad
- La calidad en todo
- La motivación y trato a los colaboradores como activos valorados (algo que todos dicen y pocos hacen…)
- La innovación constante en los productos y servicios que se brindan.
- La sincronización permanente a lo largo de la cadena de valor.
- Una cultura de la mejora contínua:
- Haciendo más con menos
- Eliminando las pérdidas
- Reduciendo el lead-time
- La habilidad estratégica para la adaptación constante (no es cuestión de rigidizarse en el nuevo paradigma…)
- El crecimiento general de la empresa.
Si se logran estos 7 atributos, no en un semestre, sino de manera consistente a través de los años, entonces estamos en condiciones de hablar de Manufactura de Clase Mundial.
De manera general, podemos decir que una empresa puede considerarse de Clase Mundial si la EGE (Efectividad Global del Equipo, u OEE por sus siglas en inglés) del equipo que representa la restricción de su sistema o su cuello de botella es mayor al 85% (por supuesto, siempre que esté correctamente calculada).
Una visita rápida por una buena parte de las empresas argentinas, muestra que estas poseen una enorme capacidad desaprovechada que se esconde detrás de las pérdidas. Pérdidas que el cálculo correcto de la EGE ayuda visibilizar.
En nuestro medio, el 80% de las empresas dicen estar trabajando con la mejora continua. La diferencia radica en el modelo mental: de ese 80%, el 60% considera que un pasito es suficiente. Sólo el 20% entiende que cada paso sólo es el primero de muchos por dar.
En resumen, podemos decir que es un viaje sin fin: nunca alcanzaremos ese final porque siempre, SIEMPRE, hay algo para mejorar.
Seguimos pronto