Solemos leer, hablar, discutir y filosofar respecto del cambio en las organizaciones, de cómo se gestiona, de cuáles son los obstáculos y los desafíos. Decimos también muchas veces en las empresas a las que asesoramos: “no hay vacío: si no decidís vos, otros deciden por vos”, siendo ese “otros”: el mercado, la industria, el contexto económico.
Hoy hay un “otro” que no vimos venir: una pandemia. Y no, no es cierto que afecte a todos por igual. O que estemos “todos en el mismo barco”. No es igual para PyMEs que para grandes, para locales que para multinacionales, para bancos que para el almacén del barrio.
Sin embargo hay una cosa que nos plantea el mismo desafío: ¿cómo gestionamos este GRAN cambio?
Las diferencias aparecerán de nuevo: más allá del shock inicial, las empresas más dinámicas, flexibles, ordenadas en sus procesos, desburocratizadas, orientadas a resultados, con colaboradores en los que confiamos, están en mejores condiciones para tomar las decisiones rápidas que hay que tomar al mismo tiempo que se cuidan a sí mismas, a las personas que en ellas trabajan y a los clientes que más temprano que tarde, volverán.
Una vez más, la cultura organizacional será las aspas del molino que funcione con el viento o la pala que cave el pozo.
Hasta acá, varias cosas que ya sabemos. Entonces, la pregunta del millón: ¿qué hacemos?
- Hay que planificar. Horror!!! ¿En este escenario? Sí. Planificar supone la contingencia y también el cómo será después: cómo vamos a salir, qué queremos ser, cómo vamos a continuar.
- Hay que inventar y revisar con mirada renovada (servirá usar la lluvia de ideas). ¿Qué se puede hacer de manera remota? ¿Qué tendremos que esperar para retomar? ¿Hay oportunidades para sostenernos mientras pasa el caos? ¿Cómo sostenemos?
- Hay que empezar/retomar/mejorar la comunicación con todos: colaboradores y clientes. Necesitamos estar presentes.
- Hay que seguir aprendiendo entre nosotros, capacitándonos unos a otros, repasando lo visto antes, trabajando en equipos remotos.
- Hay que contener las inquietudes y preocupaciones. Necesitamos crear canales que sostengan tiempos difíciles en lo personal y familiar.
- Hay que enfocarse más que nunca en la imagen de futuro deseado. Los objetivos estratégicos todavía están ahí. Habrá que adaptar las tácticas, modificar los plazos, crear senderos. Pero el horizonte sigue allí.
Y…
Si somos capaces de sostener esta elasticidad, tal vez podemos usarla para mejorar aún más en tiempos calmos.
No sabemos cuál será el impacto en el largo plazo. Ninguno de nosotros vivió nada parecido en su vida.
Aún así siempre hay cosas que podemos hacer: podemos aprender de esto (la adaptabilidad, la productividad y la confianza por sobre el presentismo y el látigo).
Podemos pensar el cambio organizacional de dos formas: un cambio orgánico, que evoluciona lentamente, como una subida suave y al que nos vamos adaptando casi sin darnos cuenta.
O podemos pensarlo, y vivirlo, como hoy: un cambio radical. Rápido, repentino, incierto, disruptivo. Un cambio que fuerza organizaciones y personas a reorientarse sin muchas herramientas.
Ojalá, lo que venga después permita el reencuentro, la flexibilidad y el aprendizaje como partes de lo cotidiano y no como excepciones a la regla rutinaria.
Lo único que está claro es que nada de eso sucederá por casualidad si no tomamos la decisión de afrontarlo de manera proactiva. Todavía podemos pensar juntos.
Quien sabe. Tal vez de verdad, si aprendemos a gestionar el cambio, después de esta salgamos mejores.
Que sea con salud!
* Viviana Liptzis es Licenciada en Psicología y Magister en Desarrollo y Comportamiento Organizacional. Es consultora especializada en Desarrollo de Área de RRHH y en Cambio Organizacional con foco en los colaboradores. Diseña e implementa programas de género y trabajo. Desde hace 25 años acompaña a las empresas en la valoración del talento humano como herramienta para el crecimiento individual y general.